4 de julio
Hoy a Abraham le piden que sacrifique a su único hijo, Isaac, concebido cuando ya era un viejo ( Gn 22,1-19). Y este hombre lo iba a hacer. Cuchillo en mano, estuvo a punto de matar al muchachito.
Cuando al fin había obtenido el hijo prometido por Dios, una voz le dijo ¡mátalo!
Tal vez preguntarás ¿A quién se le ocurre matar un hijo, en obediencia a una extraña voz dentro de su cabeza? Solo a un loco.
Seamos sinceros: ¿No quisieras que alguna vez Dios te hablara? ¿Que te llamara por tu nombre y te dijera qué hacer y cómo?
Tal vez sí, pero quizá nos congelaríamos por el miedo o la duda. ¿Será cierto? ¿Estaré enloqueciendo? ¿Y si es mi imaginación? ¡Debo tomar calmantes!
Ahí está la enseñanza del relato de Abraham. Hombre de fe, no tuvo miedo, obedeció aunque llorando. Avanzó, con dolor, pero sin titubeo. Iba a dejar lo más querido que tenía, por obediencia a un amor más grande.
Ten en cuenta algo, muy dentro de cada uno hay una voz que guía y da órdenes. Siempre para bien. Algunos nos hacemos los sordos. Pero si ponemos atención y hacemos silencio debido, escucharemos. Seguro pedirá que abandonemos algo a lo que estamos apegados, y nos impide seguir al Padre.
Eres libre. Puedes hacerte el sordo, u obedecer.
(Please, no mates a nadie)
P.S. Pidamos a Dios la gracia de escucharlo, pulsando aquí: - https://www.youtube.com/watch?v=3XOplv1r9DU&feature=youtube_gdata_player
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