martes, 16 de julio de 2013

UNA CANASTA AL RÍO

16 julio

Mira conmigo: El bebé Moisés es lanzado por su madre dentro de una canasta a las aguas del Nilo para salvarle la vida. En otra escena, una mujer va de pie en una barca, con un niño en brazos… es María la del Carmelo, patrona de los navegantes.


“La mujer que dice que quiere a todos sus hijos por igual miente (…) a cada uno lo amará según las necesidades de cada cual”.


Esta frase se la escuché al arzobispo José Domingo Ulloa el domingo. Le hablaba a los pescadores de Puerto Caimito. Así trataba de explicar por qué hay tantas advocaciones marianas. Una para los enfermos, otra para los presidiarios, para los niños por nacer…, los indígenas mexicanos… los marineros…

Cada hijo, en su realidad y sus congojas, necesita que lo quieran con un amor distinto y Dios, a través de María, provee.

Hermoso, y al fin entiendo.

Lo otro es esa canasta tirada al Nilo (Éxodo 2,1-15). Los egipcios empezaron a temer a los judíos porque eran cientos de miles. Decidieron matar a todo varón que naciera entre ellos. A las niñas las dejarían vivir. Por eso Moisés fue tirado al río, para evitar que lo mataran.

Pienso que así están mis hijos ahora, en una canasta en el agua. Ahí los pusimos su mamá y yo, con la esperanza de que lleguen a buen puerto y vivan, a pesar de las tempestades. Las cosas están terribles en esta sociedad nuestra, en la que nadie cree ni respeta ni valora nada. Sus cabezas tienen precio.

Entonces lanzamos los hijos al río, como alguna vez nos pusieron a nosotros. La canasta son nuestras oraciones. “Tómalos en tus brazos, Jesús, no dejes que caigan en manos de Faraón”.

P.S. Oremos en acción de gracias por la creatura que se unió a su Creador como nunca antes pasó, y nunca más volvió a pasar. Gracias, María. Pulsa aquí: http://youtu.be/BVn9ZVMjc-0

No hay comentarios:

Publicar un comentario