miércoles, 5 de junio de 2013

LA VIDA MAS ALLÁ

5 junio

En la escuela de literatura nos decían que cuando hubiese atascos, cuando el cerebro estuviera vacío, tratáramos de “curarnos” embarrando con palabras sueltas una hoja en blanco. No debíamos razonarlas, solo soltarlas, dejarlas salir sin tregua ni orden, durante media hora. Después, la poda; quitar las sobras y quedarse con lo valioso, si es que había. Algunos cuentos decentes, y muchos infaustos, me nacieron así.

Ojalá con la meditación bíblica se resolvieran de esta manera los momentos de sequía. Dios habla, siempre habla, hace señas, canta, te roza el rostro con sus lluvias… pero nada, uno acá sordo… ciego… ¡Mudo!

De nada vale dejar salir palabras al azar. Esto no es una fantasía literaria. Es la vida. Es Dios metido en tu vida. No caben las ficciones. Si se intenta hablar, sin nada vivo que compartir, se corre el riesgo de repetir, como loro, cacareos religiosos, chácharas espiritualoides para llenar el chat. “Copi-peist”, dirían mis hijos.

La desazón no es porque uno esté obligado a decir algo… ¡Es que el corazón seco estremece! ¡Se mira en todas direcciones buscando la voz, y no hay más que arena caliente!

En medio de la situación, me llega el Libro de Tobías (Tobías 3, 1-17)  y el Evangelio (Marcos 12, 18-27). En ambas Lecturas se canta a la vida, al amor y a la luz salvadora del matrimonio, aunque parezca lo contrario.

P.S. Mis hijos me han arrancado sonrisas estos días. Parece que por ellos Joan Manuel Serrat me leyó la mente. Por “Esos locos bajitos” Pulsa aquí: http://youtu.be/98AZoTWpsgc

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