viernes, 31 de mayo de 2013

COMO JESUS... COMO MARIA

31 Mayo

Perdonen la tardanza.

Debo decirlo: estoy convencido de que Dios tiene para mí una importante misión. No sé si ya estoy en eso, pero de que es grande, es grande.

¡Cuánta soberbia hay en el párrafo anterior! Ese es el mal que arrastro, creer que soy lo máximo, que soy “especial” por ser dizque “discípulo”.

Dice San Ignacio de Loyola, y antes de él San Agustín, que hasta en las acciones más santas, puede venir agazapada la soberbia. ¡Váyala peste!

Por eso la Primera Lectura de hoy ( Romanos 12, 9-16) fue un puñetazo terrible: “Que vuestra caridad no sea una farsa (…) sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo (…) Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde”. ¡Pao!

Como enseguida pensé “yo no puedo hacer eso”, el Evangelio (Lucas 1, 39-56) me respondió con la humildad por excelencia: María.

Se trata del pasaje en el que La Madre visita a su prima Isabel, y Lucas la pone a recitar la célebre oración de El Magnificat, en la que esa muchachita maravillosa dice: “Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava (…)Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.

En este camino de Jesús, todos los esquemas están al revés si lo comparo con lo que viví por más de 30 años. Allá, brillar te da éxito… Acá, el silencio es la meta. Me cuesta. Pero Jesús sigue invitando a “ser santos”, y se puso a sí mismo y a Dios como ejemplo (Mateo 5, 48). Tú dirás, “sácame de ese baile, yo no puedo, no soy Dios ni quiero serlo”.

A veces digo lo mismo, “No puedo”, pero el llamado está ahí, y si no damos el primer paso nunca empezaremos a caminar. Ora por mí, y yo oraré por ti.

P.S.  Si quieres ánimo, Pulsa aquí: http://youtu.be/smPYtng-6is

No hay comentarios:

Publicar un comentario