17 mayo
Un amigo muy cercano enfrenta una dura prueba en estos momentos. Tal vez tú también. Son obstáculos que te hacen perder la fe en ti mismo, en Dios y en la vida.
Te preguntas: ¿Vale la pena? ¿Para qué sacrificarse tanto, si nadie lo aprecia? ¿Debo continuar? ¿Por qué negarnos a mi familia y a mi mismo la comodidad del dinero, entregando mi talento a gente que ni sabe que existo ni le importo? ¿Por qué amar duele?
En el Evangelio de hoy (Juan 21, 15-19) Jesús se reconcilia con Pedro después de la traición, y Cristo lo invita a levantarse y asumir el cargo de pastor de las ovejas.
Pedro debia sentirse como un guiñapo por haber traicionado a su amigo, el que ahora le tendía la mano y le decía: "¡Levántate, recupera tu fe y sígueme!
Esto de caminar con Jesús cansa, duele, y si eres sincero casi nunca trae recompensas materiales. Hasta los más cercanos a veces te dejan solo.
Para mi amigo solo tengo palabras de ánimo. No son mágicas, pero son de San Agustín:
HUMILDAD
Reconoce, pues, a Cristo que está lleno de gracia
Quiere derramar sobre ti aquello de que está lleno
Y te dice: "Busca mis dones,
Olvida tus méritos, pues
Si yo buscase tus méritos, no llegarías a mis dones
No te envanezcas, sé pequeño, sé Zaqueo".
SERVICIO
¿Acaso nos eligió el Señor porque éramos buenos?
No eligió a quienes eran buenos,
Sino a quienes quiso hacer buenos.
P.S. Si estás perdiendo la fe pulsa aquí: https://www.youtube.com/watch?v=HI-0pFCwTQY&feature=youtube_gdata_player
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