lunes, 31 de octubre de 2011

Depredador

  1. Un maestro de escuela, asomado a la ventana, ve jugar baloncesto a los jóvenes. Las manos le sudan. Es un sudor pegajoso. Es difícil separar la lengua del paladar. Pestañeo constante. La mejilla derecha pegada con fuerza al quicio de la ventana. Clava las uñas de su mano izquierda en la madera, mientras gime. Tiene el pecho perlado por la transpiración que le causa el movimiento de los chicos que saltan tras el balón. Lleva la camisa abierta. Otro pestañeo, cuando ve los músculos que brillan bajo el sol de la tarde.
  2. El chico tiene trece años, pero se ve mayor. Ágil jugador. No para de sonreír. Su piel, su cabello lacio, su robusta fragilidad. El maestro respira agitado cada vez que el muchacho hace magia con su cuerpo y se queda con la pelota.
  3. Llega la hora. El hombre se toca, está inquieto; tiene su dinero, siempre es bueno tener algo de dinero. ¿Y si el muchacho se resiste? Pasa revista para saber si es posible. Recuerda las miradas de él, sus sonrisas que parecen cómplices.
  4. El joven sube la escalera. El maestro da pasitos rapidos hacia el piano, mientras escucha los pasos que vienen hacia su apartamento. Es un siseo apagado por la suela de goma. Ese muchacho salta como felino sobre los escalones.
  5. Aquel joven abre la puerta, que no tiene llave. El maestro lo recibe con una sonrisa afeminada iluminándole el rostro. El chico también sonríe, con menos ganas, y mucho más inquietud. El maestro se aleja del piano y cierra la puerta. Se acerca al chico por la espalda y lo abraza, mientras pasa su lengua por la nuca sudorosa del imberbe adolescente. El maestro imagina que ese olor poderoso que sale de la carne del chico pronto estará por todos lados. Gime. Aprieta su bajovientre contras las nalgas del muchacho.
  6. El joven gira y mira al hombre envejecido que respira como si hubiera recorrido un maratón. El hombre no le quita las manos de la cintura. El maestro amaga, y coloca los labios en la línea de tiro, preparándolo todo para un ardiente beso, pero no.
  7. Un cuchillo. El maestro no sabe de dónde salió. El muchacho lo hunde una y otra y otra vez en el pecho y el abdomen del hombre.
  8. Al día siguiente la noticia en el diario Popular: Matan de 20 puñaladas a maestro de escuela. La violencia no se soporta en el país.

5 comentarios:

  1. ¿De dónde sacas estas historias? ¿Hay algo de autobiográfico?
    Me gustó, aunque de verdad que es macabro. Macabro que nunca se sepa toda la verdad.
    Anda al psiquiatra, loquillo.

    Vera

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  2. Fuerte, pero es una realidad...pueda que las 20 puñaladas certeras es el sentir del papá del muchacho...buen tema para debatir, además que hacía ese muchacho que al comienzo de lo narrado parecía un muchacho inocente, con un arma balnca dentro del colegio...a lo mejor, ya sabía a lo que iba con el depravado...geraldine

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  3. ¿Macabro?... sí, pero la realidad es que ese maestro marcó la vida de ese muchacho, primero llevándolo por caminos llenos de perversidad, era solo un niño que apenas crecía, él por el contrario un adulto que sabía las cosas buenas y malas de la vida, que en su cerebro lleno de inmundicia solo había cabida para dañar, no importa a cualquier precio; segundo lo marcó aún más convirtiendo al chico en un asesino. Las 20 puñaladas fueron muy pocas para lo que ese maldito se merecía.

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  4. Pensándolo bien, añadiría ahora algo al punto ocho: Al día siguiente la noticia en el diario Popular: Matan de 20 puñaladas a maestro de escuela. Le robaron televisor, computadora, joyas y 5 mil dólares que había un caja de zapatos, dijo la Policía.
    Y un punto 9: El muchacho, ensangrentado, no volvió a su casa esa noche. La pasó en un refugio "seguro", donde repartió con sus amigos el botín.

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