25 julio
“¡Ustedes mataron a Jesús colgándolo de un madero!”, dice Pedro a los sumos sacerdotes cuando lo arrestaron a él y a los otros apóstoles. No tenían miedo como antes. Pedro les echa en cara el asesinato político y religioso del Maestro, pero les advierte que de nada valió matarlo porque “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús”. He aquí el mensaje básico y demoledor de esos años iniciales.
Como respuesta a esa comparecencia, el rey Herodes “hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan”. Fue el primero de los apóstoles en morir asesinado.
Hoy celebramos la fiesta de Santiago, Hijo del Trueno por impetuoso, y compinche de Jesús. Santiago, Juan, Pedro y Jesús formaban un grupo, una afinidad especial, distinta a la del resto.
Para el día de hoy tres son las lecturas propuestas, y todas tienen que ver con el martirio al buen apóstol que predica la Palabra sin miedo: (Hechos 4,33;5,12.27-33;12,2); (2Corintios 4,7-15) y el Evangelio (Mateo 20, 20-28). Léelas.
En el Evangelio, cosa curiosa, encontramos un pasaje que no deja bien parado a Santiago. Muestra a su mamá que le pide a Cristo un puesto para sus hijos en el gobierno que está por venir. Tremenda metida de pata. Jesús los regaña y aprovecha para preguntarles si están dispuestos a “beber el cáliz”. Ellos contestan “sí”. Santiago lo bebió, sin miedo.
Santiago, según la tradición, evangelizó España y, de ahí la Luz llegó a América donde tantos otros también han dado la vida por Jesús, y cuando lo digo pienso en Héctor Gallego y monseñor Romero.
El cristianismo es una fe de valientes. No se congrega en torno a una idea ni una doctrina, sino a una Persona. Si es en todo una religión, es mucho más una relación… y de vida o muerte.
P.S. Tal vez Juanes pensaba en la muerte del apóstol Santiago cuando escribió esta canción “No creo en el jamás”. Pulsa aquí:http://youtu.be/72qa7V2krTk
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