jueves, 18 de agosto de 2011

ME TROPECÉ CON ELLOS

TENGO EXACTAMENTE NUEVE MESES QUE NO ESCRIBO NI UN VERSO. LES TENGO MIEDO. HOY, LEYENDO A CHILE, SE ME DESGAJÓ ESTE RACIMO ANTICIPADO.

El día resbala por sus callados entresijos
Al irse llena de canas estas manos sin poesía
Por más que trato no puedo dejar de acariciar
El perfume que dejaste en los bolsillos de mi fe
¿Qué lugar se hace mares cuando miras?
¿A quién estarás convirtiendo en forastero?
¿Dónde estás? ¿Revelarás tus lejanías?
¡Cuánta vida muero palpitando estos segundos!
¡Cuánta muerte vivo esperando tu promesa!

La calle y su estruendo de pronto se silencian
Es que saben que vengo con mis anclas
Desde un país sin mitos ni sucesos
El país de tu risa tibia, honda y buena
de tu verbo milagroso y de tu mano
Un sitio que la guerra ha bautizado
Donde las almas se lavan con el fuego.

Vengo de donde eres fuente y fin
Voy hacia tus manos en cruz
Soy el que nunca mudó piel
El que pusiste de rodillas
Quien sigue con su máscara
Pero Tú le adivinas el perfil
Soy el que recuerda los olvidos
Pero olvida los recuerdos
El que te piensa, piensa y piensa
Te llama, llama y llama
¿Responderás? ¿Lo harás?
Mientras sigo ladrando al infinito.

4 comentarios:

  1. No entiendo una letra, pero suena bonito. Como siempre te digo, necesitaré que me envíes esos texto con un decodificador incluido.
    Virginia.

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  2. Así es como le hablas a Dios?

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  3. Bueno pero, Que Leiste de Chile?

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  4. Preguntas, preguntas, preguntas. De eso está hecha la vida. Hasta el último momento. Me conmueve saber que a mi alrededor hay personas escoltando sus vidas con signos de interrogación.

    Virginia: sigue luchando, no te canses. No permitas que la rutina y la opacidad te venzan. Continúa en la batalla de ser diferente y única. Es tu vocación.

    Geraldine: Dios está en mi mente, y en mi memoria, y en mi entendimiento y ansío que en mi voluntad. Pero a veces caigo de sus manos de alfarero y me rompo. Entonces escribo versos. Recordando los olvidos. Olvidando los recuerdos.

    Anónimo: Chile es un poema en si mismo; su historia, sus presentes (en plural), sus ciudadanos, sus mártires, su emparedado de carne en un cafetín cerca de La Moneda. Revisaba un álbum de fotos y me descubrí riendo a la cámara; en un tercer plano una cerveza. Detrás de la cerveza, un espejo. En el espejo, yo, de espaldas. Y entonces comprendí el cinismo de seguir vivo y saber que ese instante no será más. Que se fue. Que hay muchas cervezas que no volverán jamás. Ni quienes las beben sentados frente a los espejos. Lee a Chile. Está en todas partes.

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