En respuesta a la reciente entrega de "Hojas Sueltas", donde La Soledad se me convirtió en letanía, Erika Harris, sicóloga y escritora (amigaza del alma, para ser exacto y sin rodeos) colgó en mi correo el artículo que les adjunto.
Canta, Erika:
Le
preguntaron a un sabio qué se llevaría a una isla desierta. Prontamente
respondió: a otro ser humano. Y esa
sería la respuesta de muchos de nosotros.
Desde el inicio de la Creación, cuando Dios declaró que no era bueno que
el hombre estuviera solo, ha quedado claro que el calor de las relaciones
interpersonales tiñe de sentido la vida.
La soledad tiene tras de sí la sombra del temor. Pero, ¿es necesario tenerle miedo? Definitivamente, no.
Como muchas de las experiencias humanas,
la soledad tiene dos caras. Puede ser
vivida como algo tremendamente negativo y estresante o, por el contrario, como
una oportunidad para la reflexión, autoconocimiento y de enriquecimiento
personal. Todo depende de nuestras
actitudes y de las circunstancias.
Con relación al aspecto negativo de la
soledad se puede decir que la situación de estar y sentirse solo o sola depende
mucho de la forma como la persona percibe el hecho. Si nuestras emociones son frágiles, si hemos alimentado nuestra
vida interior con sentimientos equivocados; o se ha detenido nuestra madurez,
es probable que sintamos la soledad como un gran peso imaginario de dolor. Tiene mucho que ver con los modelos
aprendidos para relacionarnos con los demás.
Hay personas que literalmente ahuyentan a sus seres queridos y se van
quedando poco a poco solas. También hay
quienes, por categorizar en forma inapropiada las prioridades de la vida,
insisten en preocuparse más por lo material que por lo espiritual, lo emocional
o las relaciones. Así que acumulan
bienes, o deudas, pero no cuentan con gente a su alrededor que implique
significado, seguridad e identidad.
Obviamente, estas personas suelen tener miedo a la soledad.
Por otro lado, no todo el temor a la
soledad puede considerarse injustificado o patológico. Como somos seres gregarios, esto es diseñados
para la compañía de pares (no necesariamente pareja, sino seres humanos como
nosotros) parte de nuestra realización estriba en la capacidad de establecer
relaciones significativas y saludables.
En este apartado entra la familia, la pareja, los amigos, los hermanos,
etc. Cuando las relaciones se pierden,
ya sea por mal manejo o por eventos de la vida, como mudanzas o aun la muerte,
la separación incrementa el temor a quedarse solo o sola. Esto es natural, humano. Por eso es válido
aprovechar los momentos que disfrutamos con las personas que amamos y que
vayamos atesorando fuerza para afrontar las despedidas.
El lado positivo de la soledad es aquél
que nos permite sumirnos en tiempos con nosotros mismos, momentos en los que
podemos mirar hacia adentro y reflexionar sobre nuestra vida, nuestras metas,
nuestras actitudes ante lo que nos toca vivir.
Estos ratos de soledad no sólo no deben ser evitados por temor, sino
buscados como el oro. Tiempo para
disfrutar un buen libro, para meditar en la Palabra; tiempo para orar por
uno y por otros; tiempo para descansar y
enfrentarnos a una autoevaluación sincera de nuestro quehacer diario, de
nuestras motivaciones y actitudes.
La capacidad para enfrentar la soledad y manejarla correctamente está
relacionada con la madurez; esta capacidad demuestra el desarrollo psicológico de cada individuo y
facilita alcanzar un cada vez mayor grado de autonomía y desarrollo personal y
social.
Volviendo al
principio, no es menester tener miedo a la soledad. En primer lugar, desarrollemos nuestras
relaciones saludables y significativas con quienes nos rodean; en segundo,
aprendamos a vivir con nosotros mismos y a disfrutar la soledad cuando se
presenta sin aviso o cuando la buscamos.
En tercer lugar. Jesús prometió estar con nosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. ¡No estamos solos ni
solas!
EXCELENTE REFLEXIÓN, ME ENCANTÓ...geraldine
ResponderEliminarDe toda la lectura, el párrafo que más me impacto y llevaré en lo más profundo de mi corazón y mente, es el que dices que hay que desarrollar relaciones saludables y significativas con quienes nos rodean. Esto lo elevo no solo a las relaciones laborales entre compañeros de trabajo, sino a la de pareja, pues en mis años de atención de pareja he constatado como las parejas que inicialmente juraron amarse y respetarse y estar juntos y supuestamente felices para toda la vida, son los principales protagonistas de su propia destrucción en cuanto a su salud mental. Egoísmos, narcicismos, patologías ocultas, depresión, frustración y decepción, es lo que muchas parejas se dan entre sí, consciente o inconscientemente, y poco a poco minan y contaminan los sentimientos y emociones que alguna vez sintieron por el otro y poco a poco se van alejando y separando. Sin embargo, hay algunos que por el temor a quedar solo o sola, se siguen aguantando y tolerando, por ese miedo absurdo de no tener hombre o mujer que presentar o que te atienda. ese egoísmo desmedido enferma.
ResponderEliminarMEJOR SOLO QUE MAL ACOMPAÑA'O
ResponderEliminarConsidero que nadie está solo si sabe ver y apreciar todo lo que el creador le dejó para que disfrutara. Pero como persona solitaria que soy he aprendido que es en la soledad donde aprendes a conocerte, de este modo logras mirar a los demas con amor. Dejas de odiar sin sentido y todos los rencores desaparecen. Conquistas la paz.
ResponderEliminar