lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Le tiene miedo a la soledad?


En respuesta a la reciente entrega de "Hojas Sueltas", donde La Soledad se me convirtió en letanía,  Erika Harris, sicóloga y escritora (amigaza del alma, para ser exacto y sin rodeos) colgó en mi correo el artículo que les adjunto.
Canta, Erika:


 Le preguntaron a un sabio qué se llevaría a una isla desierta. Prontamente respondió: a otro ser humano.  Y esa sería la respuesta de muchos de nosotros.  Desde el inicio de la Creación, cuando Dios declaró que no era bueno que el hombre estuviera solo, ha quedado claro que el calor de las relaciones interpersonales tiñe de sentido la vida.  La soledad tiene tras de sí la sombra del temor.  Pero, ¿es necesario tenerle miedo?  Definitivamente, no.
        Como muchas de las experiencias humanas, la soledad tiene dos caras.  Puede ser vivida como algo tremendamente negativo y estresante o, por el contrario, como una oportunidad para la reflexión, autoconocimiento y de enriquecimiento personal.  Todo depende de nuestras actitudes y de  las circunstancias.
        Con relación al aspecto negativo de la soledad se puede decir que la situación de estar y sentirse solo o sola depende mucho de la forma como la persona percibe el hecho.  Si nuestras emociones  son frágiles, si hemos alimentado nuestra vida interior con sentimientos equivocados; o se ha detenido nuestra madurez, es probable que sintamos la soledad como un gran peso imaginario de dolor.  Tiene mucho que ver con los modelos aprendidos para relacionarnos con los demás.  Hay personas que literalmente ahuyentan a sus seres queridos y se van quedando poco a poco solas.  También hay quienes, por categorizar en forma inapropiada las prioridades de la vida, insisten en preocuparse más por lo material que por lo espiritual, lo emocional o las relaciones.  Así que acumulan bienes, o deudas, pero no cuentan con gente a su alrededor que implique significado, seguridad e identidad.  Obviamente, estas personas suelen tener miedo a la soledad.
        Por otro lado, no todo el temor a la soledad puede considerarse injustificado o patológico.  Como somos seres gregarios, esto es diseñados para la compañía de pares (no necesariamente pareja, sino seres humanos como nosotros) parte de nuestra realización estriba en la capacidad de establecer relaciones significativas y saludables.  En este apartado entra la familia, la pareja, los amigos, los hermanos, etc.  Cuando las relaciones se pierden, ya sea por mal manejo o por eventos de la vida, como mudanzas o aun la muerte, la separación incrementa el temor a quedarse solo o sola.  Esto es natural, humano. Por eso es válido aprovechar los momentos que disfrutamos con las personas que amamos y que vayamos atesorando fuerza para afrontar las despedidas.
        El lado positivo de la soledad es aquél que nos permite sumirnos en tiempos con nosotros mismos, momentos en los que podemos mirar hacia adentro y reflexionar sobre nuestra vida, nuestras metas, nuestras actitudes ante lo que nos toca vivir.  Estos ratos de soledad no sólo no deben ser evitados por temor, sino buscados como el oro.  Tiempo para disfrutar un buen libro, para meditar en la Palabra; tiempo para orar por uno  y por otros; tiempo para descansar y enfrentarnos a una autoevaluación sincera de nuestro quehacer diario, de nuestras motivaciones y actitudes.
La capacidad para enfrentar la soledad y manejarla correctamente está relacionada con la madurez; esta capacidad demuestra el desarrollo psicológico de cada individuo y facilita alcanzar un cada vez mayor grado de autonomía y desarrollo personal y social.
Volviendo al principio, no es menester tener miedo a la soledad.  En primer lugar, desarrollemos nuestras relaciones saludables y significativas con quienes nos rodean; en segundo, aprendamos a vivir con nosotros mismos y a disfrutar la soledad cuando se presenta sin aviso o cuando la buscamos.  En tercer lugar. Jesús prometió estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.  ¡No estamos solos ni solas!

4 comentarios:

  1. EXCELENTE REFLEXIÓN, ME ENCANTÓ...geraldine

    ResponderEliminar
  2. De toda la lectura, el párrafo que más me impacto y llevaré en lo más profundo de mi corazón y mente, es el que dices que hay que desarrollar relaciones saludables y significativas con quienes nos rodean. Esto lo elevo no solo a las relaciones laborales entre compañeros de trabajo, sino a la de pareja, pues en mis años de atención de pareja he constatado como las parejas que inicialmente juraron amarse y respetarse y estar juntos y supuestamente felices para toda la vida, son los principales protagonistas de su propia destrucción en cuanto a su salud mental. Egoísmos, narcicismos, patologías ocultas, depresión, frustración y decepción, es lo que muchas parejas se dan entre sí, consciente o inconscientemente, y poco a poco minan y contaminan los sentimientos y emociones que alguna vez sintieron por el otro y poco a poco se van alejando y separando. Sin embargo, hay algunos que por el temor a quedar solo o sola, se siguen aguantando y tolerando, por ese miedo absurdo de no tener hombre o mujer que presentar o que te atienda. ese egoísmo desmedido enferma.

    ResponderEliminar
  3. MEJOR SOLO QUE MAL ACOMPAÑA'O

    ResponderEliminar
  4. Considero que nadie está solo si sabe ver y apreciar todo lo que el creador le dejó para que disfrutara. Pero como persona solitaria que soy he aprendido que es en la soledad donde aprendes a conocerte, de este modo logras mirar a los demas con amor. Dejas de odiar sin sentido y todos los rencores desaparecen. Conquistas la paz.

    ResponderEliminar