jueves, 8 de octubre de 2009

Lejos


Dice Gaspar (mi psiquiatra) que la distancia provoca que se idealicen los afectos. Uno recuerda momentos al azar (por ejemplo aquel domingo desteñido hace tantos octubres, viendo tele, comiendo palomitas demasiado saladas y enmantequilladas, hablando de cine con los hijos, las pequeñas cabezas de las niñas recostadas en tu pecho) y se piensa que fue un instante idílico, para nada trillado aunque lo repetimos cada semana por diez años, y empieza la nostalgia y la añoranza.

Los panameños, a pesar de ser duros de cáscara y pepa, (nihilistas positivos, dirían los sociólogos) hemos convertido en dogma, porque nos conviene pensar así, eso de “amor de lejos, amor de pendejos”. Los colombianos, doctores de la risa, lo arreglan así: “amor de lejos, felices los cuatro”.

Si bien el sentimiento filial tiene registros muy diferentes al romántico, la tesis de que la distancia emborrona el recuerdo se aplica a ambos. Cuando hay de por medio un par de miles de millas, y algunos años, se recuerda al otro, y al país mismo, con indulgencia, se le perdonan los errores, se disculpan sus taras.


Por eso se habla muy bien de los muertos, porque están del otro lado, dejamos de verlos, y se olvidan a propósito esos pequeños detalles.
Pienso en mis dos hijos mayores. Eduardo tiene más de un año fuera, estudiando. En todo este tiempo nos hemos acercado como nunca en 20 años. Puedo decir que hoy somos “íntimos”; más que padre e hijo. Ysatis se reunió con él en agosto. Tenían doce meses exactos de no verse. Cada vez que hablaban por teléfono, ella lloraba. Cuando él supo que su hermana también estudiaría en su universidad, se puso nervioso, ansiaba el momento de que el avión tocara la pista para verla, besarla, abrazarla. “No quiero que pase por todos los problemas que yo pasé”, me decía, y sé que también se refería a la corrosiva soledad en un país extraño, rodeado de otras soledades peores que la suya.

Y llegó el día del reencuentro.

Dice mi hija que no pudo contener las lágrimas cuando lo vio avanzar hacia ella, a paso lento en el aeropuerto, con una sonrisa de medio lado, resistiendo la alegría que le trepaba por el cuerpo. Ella se le colgó del cuello en un largo abrazo aderezado con mocos. Esos dos están unidos por algo más que el apellido.

Pero ocurrió lo de siempre. Ya sin el planeta ni el año completo de no verse de por medio, empezó a flotar la vida con todos sus lunares y arrugas.

Resulta que Ysatis es muy absorbente y constante, para no decir obstinada. Tiene el rigor de una generala, le rinde culto a la disciplina, y administra su vida y la de los demás con precisión de miniaturista. He ahí la clave de su éxito. Eduardo, en cambio, es algo más bohemio y "liviano".
Durante los primeros días con su hermano, a ella se le zafó un hombro, y semanas después el dedo medio del diminuto pie derecho se le quebró. Le tocó a Eduardo correr de hospital en hospital, subir y bajar escaleras, tratar de que ella sufriera lo menos posible, cuidarla como a una bebé. Todo en el mismo momento que él se preparaba para iniciar en propiedad la carrera de ingeniería electrónica ¡en mandaríííín!

Aceptemos que durante un año él estuvo solo, cuidándose a sí mismo, sin pautas ni exigencias adicionales a las que se imponía siguiendo su carácter pasivo y despreocupado. Porque él es un maula consagrado, digámoslo de una vez. Entonces se aparece en escena la hermana a la que tanto extrañaba, pero que ahora cada diez minutos le está diciendo “¿ya?”, “¿estás listo?”, “¿por qué no lo haces de esta otra forma?”, “vuelve y llama, que es tarde”, "es hora de irnos", “ven y búscame”, “no, ya no vengas” (y él a medio camino), “cómprame esto”, “lava aquello”, “sube”, “salta”, “corre” “ríe”, “llora”.

(Aquí debo acotar que el dedo quebrado no lo arreglaron en un hospital, sino unas semanas después mediante electricidad en un consultorio de medicina tradicional china. El dolor desapareció en horas)

Llegó el momento en que Eduardo me dijo: “Esta mujer me está volviendo loco. Primero se estaba desarmando sola (se refería a los accidentes médicos), y ahora jode parejo como si fuera mi mamá. Tengo el estrés en escinco”. Fue entonces cuando la bautizamos “pulga pica-pica”.

Son dos personalidades distintas en extremo, que de lejos morían por estar juntitos y ahora que lo están deben equilibrar sus egos y alter egos. Es la vida jugando el juego eterno el carrusel.

La “pulga pica-pica”, después de mes y medio de adaptación, y ya superadas las crisis, me dice que él la está atendiendo bien, que se ven poco (los horarios chocan), pero que cuando se encuentran la pasan a lo grande, y él la está ayudando mucho con el idioma. Ella está tratando de que él ahorre dinero, sea más sensato con los estudios y que madure "porque la vida es dura y tiene que hacerse hombre". Él solo procura evitar que ella aplique sus dotes de generala, y le agüe la fiesta de los 20 años.

Escuchándolos a ambos pensé que mi psiquiatra tenía razón. Amar de cerca, cara a cara, es mucho más difícil. Cuando se está lejos, al otro lo adornamos con un aura angelical, casi divina, que va desapareciendo apenas se abre la boca, después del primer abrazo aderezado con mocos.


P.D. Los extraño tanto, hijos míos. Por más que intento ser imparcial, sólo me vienen a la mente esos ratitos alegres, pero fugaces, que me dio la vida junto a ustedes, y que ya no volverán jamás.


6 comentarios:

  1. Me has hecho pensar en mi padre, muerto ya. Cuánta falta me hace, después de más de 20 años que partió. Cuando vivió no fuimos panas, de ninguna manera, pero después de muerto siento una cercanía poderosa.
    Gracias por tus letras. Me gustan.

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  2. Eduardo, deberías tener una columna. Me identificó con tus historias, aunque mis hijos aún están pequeños y en la escuela. Pero uno siente (o pronostica) que llegará, más temprano que tarde, el día que se marchen. Entonces quisiera uno mirarlo y oirlos con toda la intensidad del mundo para grabarse su voces, sus risas y sus gestos, las cosas maravillosas que dicen con la ingenuidad y sabiduría de sus 9 y 5 años; todo con la mente en blanco, desarmada, despreocupada de compromisos y trabajos.

    Creo que voy a tener que hablar con tu psicólogo. Jjajajaaja... Sigue escribiendo y compartiendo tu vida.

    Saludos,
    Luigi

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  3. ESO QUE ESTAS VIVIENDO ES BONITO PORQUE DEMUESTRA QUE LOS MUCHACHOS TIENEN MADERA PARA ABRIRSE CAMINO SOLOS Y LA DIFERENCIA DE CARACTER DE AMBOS LOS AYUDA A MANTENER EL EQUILIBIO, PORQUE TU TE IMAGINAS QUE PASARIA SI LOS DOS FUERAN COMO EDUARDDO? Y ESOS MOMENTOS DE MELANCOLIA QUE DEBEN ESTAR VIVIENDO USTEDES LO ENTIENDO, PORQUE YO QUE SOLO TENGO A YISSA, AHORA QUE YA TIENE 19 AÑOS ESTOY QUE NO ME QUIERO PERDER NADA DE ELLA PORQUE SIENTO QUE EL DIA EN QUE TENGA QUE PARTIR PARA HACER SU VIDA PUEDE ESTAR CERCA, POR EL MOMENTO NO ME QUEDA MAS QUE DISFRUTARLA AL MAXIMO....YODY

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  4. Solo me queda recordar mis hijos cuando leo estas letras. Es muy alentador saber que hay sentimientos universales que al compartirlos con otros uno sabe que es un ser humano

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  5. compadre de mi corazon que dios el gran consolador llene tu gran alma de paz para que dia a dia descubras lo serca que siempre estara de nosotros sus hijos y nos acompañara en nuestras lejanias y desiertos que bendicion tenerte a ti y tu familia serquita de nosotros

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