sábado, 27 de junio de 2009

Primer disparatorio

Voy a dejar que lean el borrador de párrafo que tenía para esta columna, para que compartamos juntos la bocanada de postración que a diario debemos tragar quienes nos obligamos a lidiar con la miseria humana como materia prima del oficio.
Escribí:
"Si hoy me atrapara en una mala curva el momento de la muerte, me veo tentado a decir "¡qué bueno!". Primero porque tengo misiones cumplidas y me puedo ir a casa y, además, estos no son días del todo buenos para seguir respirando".
Cuando leí lo que tenía escrito en la pantalla de la PC (eran como hormiguillas negras en un plato con leche) sentí pena por mi propio arrodillamiento, y en un primer impulso las borré.
Creo haber tenido suficientes motivos para sentirme tan mal, si estaba sentado frente a una computadora con la que paso más tiempo que con mis hijos; igual que a muchos en el país, los culatazos de la historia reciente me están convenciendo de que los humanos tenemos dos males de cuna: la pereza y creer que alguien arriba tiene que ayudarnos a hacer la tarea.
No tenía suficiente dinero en el banco -ni lo tengo todavía- para irme de parranda a Varadero (¡ni a La Chorrera!, ese pueblito pachanguero a 20 minutos de la capital de Panamá); este año se me han ido al otro mundo por lo menos dos amigos; mi carro no es nuevo; debo la casa; ¡ese maldito resfriado (ojalá no sea fiebre porcina)!; y para rematar un dolor de hueso no me ha dejado dormir en ocho días.
Pero a último momento rescaté el párrafo de la basura y decidí usarlo. Pensé que serviría para unirme a la larga fila de cansados que esperan en la acera de enfrente a que deje de llover. Podría utilizarlo para decirles a muchos que no están solos y que todos pasamos por los mismos momentos de insomnio e incertidumbre, creyendo que la losa de sepulcro pronto nos caerá a todos de sopetón en la cabeza, cuando menos lo esperamos.
Pero también sería útil para compartir el peso de mis cruces. A diferencia del resto de los mortales, los periodistas tenemos que manosear la boñiga, embarrarnos hasta la lengua con ella, procesarla y pasarla al pueblo transformada en reportajes, no todos felices. Mucho sale a la luz, pero mucho también lo tragamos en silencio, y poco a poco nos vamos envenenando.
Por eso el fastidio del periodista con el tiempo es más amargo, porque es la suma de todas las frustraciones, de todos los enojos, de todos los dolores. Hay quienes aprenden a mirar para otra parte, con el estómago y los sentimientos fríos, indolente ante los desarreglos y las injusticias. Pero el resto de quijotes dedicados a estas lides sigue siendo humano, y arruga la cara ante la muerte violenta o la corrupción, que es como matar a palos la oportunidad de todos por un mañana mejor.
Entonces ese párrafo perdido en la memoria electrónica de mi íntima amiga, la computadora, me ha servido en doble vía: para abrir de par en par esta carne y estos huesos endebles como los de cualquiera, y para pasarle un poco a los lectores del peso de mis morrales.
Y es que en realidad no estaría feliz por morirme ni nada que se parezca; me falta terminar de criar a mis "burundangos", esos tres chiquillos hermosos que me insuflan la vida cada noche cuando nos damos besos de cariño, y nos decimos al oído: buenas noches... te amo.

9 comentarios:

  1. Maestro...he leído pero voy a releer no se cuantas veces estas primeras hermosas y sinceras letras. Desde ahora te pido permiso para que desde el sitio de EPASA se pueda "linkear" este tu valioso "blog".
    Saludos.
    Guillermo Fernández R.

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  2. Impresionante vaiven de sentimientos. Muy bueno. Sólo que no me parece que menciones una nacionalidad, creo que al fin y al cabo las miserias humanas son las mismas en cualquier país. Todos los seres humanos tienen sentimientos de frustración, de anhelos y derrotas, por eso sin ser panameño pude sentir en los huesos el peso de tu cruz.

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  3. Querido Soto:
    Un abrazo casi materno. Mire, si las mujeres hemos aguantado a través de los tiempos, mi amigo usted no se raje. Tome vacaciones con su familia y verá que el mundo no tiene tanta boñiga.
    Realice lo mejor que pueda su tarea y el día que esté cansado, haga otra cosa. Salve a un niño, lea un libro, siembre su árbol y siga escribiendo sobre lo bueno, lo malo y lo feo como el buen periodista que es.

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  4. Gracias a todos. Memo, usted no tiene que pedir permiso para nada en mi oficio y en mi vida.
    Alejandro, tienes razón con lo de las nacionalidades; esas son imaginerías de los mezquinos para beberse a solas el vino. Ya lo corrijo.
    A todos un abrazo.

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  5. Muy bien escrito, aunque un tanto pesimista el párrafo olvidado. Al parecer, por los vientos que soplan, el aire está cada vez menos enrarecido. Me alegra que al final, salte a la vista eso.

    Saludos,

    Guido

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  6. A veces la echamos la culpa de nuestras tristezas e insatifacciones a los demás o a las circuntancias y no aceptamos que nuestro dolor sólo tiene una raíz y es no habernos amado por lo que somos y por lo que tenemos. Amigo mientras no aprenda a valorarse usted siempre sentirá que lo que hace y ha hecho no tiene sentido. Le sugiero que empiece a mirar hacia el sol y a alumbrar el mundo con ese talento que tiene, el de escribir. Pero escriba letras que inspiren y muestren el gran amor por la humanidad que se que lleva en su corazón, pero que no sabe expresar. Su texto no dista mucho de la realidad, pero todos lo sabemos y lo guardamos como en secreto. entonces hable de los bueno que hacemos, vuelva sus ojos a la sutileza y la belleza.

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  7. A veces la echamos la culpa de nuestras tristezas e insatifacciones a los demás o a las circuntancias y no aceptamos que nuestro dolor sólo tiene una raíz y es no habernos amado por lo que somos y por lo que tenemos. Amigo mientras no aprenda a valorarse usted siempre sentirá que lo que hace y ha hecho no tiene sentido. Le sugiero que empiece a mirar hacia el sol y a alumbrar el mundo con ese talento que tiene, el de escribir. Pero escriba letras que inspiren y muestren el gran amor por la humanidad que se que lleva en su corazón, pero que no sabe expresar. Su texto no dista mucho de la realidad, pero todos lo sabemos y lo guardamos como en secreto. entonces hable de los bueno que hacemos, vuelva sus ojos a la sutileza y la belleza.

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  8. Comandante usted es un típico artista que a veces se deja envolver en una fugaz depresión que en vez de sumirlo en la tristeza lo revitaliza y lo llena de inspiración y para colmo lo inspira..me encantan sus escritos..un beso..Massiel Arosemena

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