8 de Agosto
Hoy Pedro recibe de Jesús, en un mismo pasaje del Evangelio (Mateo 16, 13-23), caricias y pescozones.
Por un lado Cristo augura: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos…”.
Líneas más abajo, Jesús le grita: “¡Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios!”.
La relación que tenían esos dos (Jesús y Pedro), es uno de los aspectos que más incertidumbre me causa al leer la Biblia. Eran tan unidos, tan íntimos, y a la vez tan distintos y lejanos. Dos orillas de un río. Agua y aceite, y a la vez inseparables.
Esta madrugada, Dios me regaló algo que considero un iluminador pensamiento. “Agua y Aceite, y a la vez inseparables”: Esto es la Iglesia en relación con su Señor.
Un cuerpo místico, integrado por pecadores, pero con una cabeza santa.
Humanos impregnados de divinidad; un Dios que decidió encarnarse.
¿A la postre qué somos los humanos? Cuerpo y alma. Dos elementos regalados por un mismo Padre. Uno y otra nos deben llevar a re-unirnos con Él. No podemos, ni debemos, desdoblarnos. Nada de cuerpo por allá y alma por acá. En realidad cada uno es "Agua y aceite, y a la vez inseparables".
Somos Pedro. Capaces de todo por nuestro Señor, pero en ocasiones cobardes y vacíos. Roca, pero débiles a la hora de la hora. Aún así, después de haber caído, nuestro Padre vuelve y nos abraza, y mientras sostiene nuestro rostro bañado en lágrimas sobre su pecho, nos dice: “anda y ve… no importa… eres torpe, pero te sigo amando… trabaja para mí”.
P.S. Hay una versión brutal que Cesáreo Gabaráin hizo de una canción que me recuerda a Pedro. “Pescador de Hombres”. Pulsa aquí: https://www.youtube.com/watch?v=5EXscDX75o0&feature=youtube_gdata_player
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