Una amiga con quien me carteo una vez sí y otra no, me lanzó un pedido de auxilio hace pocos días. En mi correo electrónico encontré este llamado suyo: “¡Ayúdame a encontrar esa calma y ese silencio!”. Estábamos hablando de amistad y perseverancia. Esto fue lo que le respondí y ella autorizó que se publicara. Ambos creemos que puede servirle a quien esté pasando por el valle de las oscuridades. Estoy quitando su nombre de la nota, para evitar distracciones innecesarias:
J:
En el camino de la espiritualidad lo que abundan
son las noches; los silencios de Dios. Uno quisiera que todo fuera más claro,
que de una vez se revelaran las respuestas, que ese asunto de la vida fuera
sencillo, sin tanto rodeo ni ceguera.
Habrás escuchado la famosa y hasta trillada frase:
DIOS ESCRIBE RECTO EN CAMINOS TORCIDOS. El Padre, si te dejas, te llevará al lugar y momento correctos y perfectos. Lo que pasa es que para hacerlo debe sacarnos
del fango donde estamos, de los barrancos donde nos metemos, de las
profundidades del mar donde hemos ido a parar por nuestras decisiones.
Es fundamental dejarse sacar. Uno tiene tantas
preguntas que hacerle a Dios, tantas cosas que conversar antes de dar el paso. Pero Él dice:
"¡Chitón! ¡Levántate y anda!". "¿Pero andar hacia dónde?"; Él dirá:
"Tú anda, y ya verás". Lo esencial aquí es la adhesión al Padre. Le
decimos: "Ok, voy, no sé hacia dónde, no sé por cuánto tiempo, no sé para
qué, pero voy". Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé, pero no tengo otra carta, amiga mía.
Me dirás: ¡Pero a mí Dios no me habla!!!!
Te aseguro que sí. Para eso sirve el silencio interior,
para escuchar. En todo momento trata de hacerlo. Respira profundo, retén un
poco, poquito, la respiración, y suelta el aire. Imagina que cuando tomas aire, una luz entra en ti por tu cabeza. Y cuando sueltes, clama en voz baja: "háblame Padre". Siente como en cada respiración algo se va desprendiendo de ti. Son los frenos, la tensión, la rabia. A esto le podemos llamar "respiración luminosa". Para mí es un telefonazo al cielo. Hazlo sin parar, lo más
concentrada posible. Puedes intentarlo en la parada, en el bus, en la fila del
súper, antes de dormir, al levantarte, en la cocina, escuchando el agua de tu
fuente...
Pero pídele, que Él responde. Pide con fe, con adhesión. No dudes ni por un segundo.
Y entonces atenta: En algún momento la respuesta llegará por donde y cuando
menos lo esperas. No cualquier respuesta; no esa que te da "paz" y
ya. Serán instrucciones.
Lo importante a partir de allí es callar y
caminar. Caminar con calma. Observando. Estar despierto y observando.
Disfrutando el paseo. No siempre será placentero, pero si tenemos la certeza de
que Él está ahí, en esa misma medida tendremos la tranquilidad para contemplar.
Eso es la calma: saber que Él está ahí.
Uno piensa que esa "revelación" será
clara, que oiremos la voz, veremos el rostro, nos bajará del cielo el mapa.
Ojalá.
La respuesta, al menos en mi caso, traía algo así como ruido extraterrestre. Eso creía yo, sin saber que el escándalo estaba en mi corazón. Después de mucho rodar aprendí a decodificar, y hoy estoy maravillado.
Haz memoria. Recuerda cómo estaba siempre inquieto,
insatisfecho, vacío, libidinoso. Cómo mi empleo empezó a ser un
martirio, cómo mi poesía se oscureció y tuve que moverme (el Padre siempre te quiere en movimiento, nada
de aguas estancadas), empecé a buscar. Quise respuestas y salí por ellas. Así,
a tientas y a locas. Entonces Él empezó a escribir sobre mis barrancos, aunque
al principio yo no sabía leer.
Me sacó de casa. Dejé a mi esposa y a mis hijos. Sé que fue Él quien me llevó hasta una persona con
dones espirituales especiales, en quien confío y a quien admiro más allá de todo tiempo y distancia por su
gran calidad humana. Sólo así podría ser. A nadie más le hubiera creído todo
esto de un mundo espiritual que envuelve a este que veo y puedo tocar. De ahí, por razones egoístas y extrañas que todavía no puedo explicar del
todo, llegué al Reiki. Otra vez, era Él quien me arrastraba, era mi
Padre quien estaba escribiendo en mis torcidos despeñaderos. El Reiki me
espiritualizó y me acercó a Dios. Pero todavía no escuchaba su voz. Hoy sé que
entré en ese camino para aprender a limpiar el conducto auditivo del alma; para saber lo que era hacer silencio. Todavía estoy en eso, aprendiendo, subiendo la loma.
Luego vino el fin de 20 años en mi empleo. ¿Qué
importancia tiene eso? Jajajajaja.... me dio tiempo. Tiempo para estudiar, para
caminar... para escuchar... para callar. Hoy sé que Dios me regaló tiempo y libertad totales para
que lo conociera. ¿Cómo puedes confiar en alguien a quien no conoces? ¿Cómo lo
puedes amar?
Entonces llegó una estocada muy sutil: el Cursillo
de Cristiandad. Fue aburridísimo. Todo lo que decían me parecía tan aguado, tan
repetitivo. El Reiki me había dado cosas más poderosas. Yo preguntaba ¿qué hago
aquí? y Dios decía: "tú calladito, ya verás". Me mordía los labios
para no salir huyendo. Me quedé.
Y vi. En un momento especial (cada cual tuvo el
suyo) me golpeó la respuesta como un piedra en el centro de la frente. No la sentí
venir. Fue un golpe seco y duro, que me puso de rodillas. Usé todas las técnicas Reiki que sabía para calmarme, para determinar si eran ideas mías, o si de
verdad estaba pasando algo especial. (Saber si la voz viene de arriba o de
abajo, de afuera o de dentro, es importante para no ser engañado). En ese momento aquella voz me reveló todo el
plan, me hizo ver claro el camino que había recorrido, desde mis frustraciones
existenciales de hace años, aquella profunda tristeza (que me puso en el diván
del psiquiatra), hasta ese momento en el que, descalzo, me reencontraba con
Dios. Fue una charla de silencios, alma con alma, en segunditos preciosos. ¡Fue deliciosa!
Si no hubiera salido de mi casa creyendo que mi matromonio era una
mentira que me estaba matando; si no hubiera encontrado a esa persona con
capacidades espirituales que quise imitar; si no hubiera entrado en Reiki; si de la noche a la mañana no me hubiera quedado sin nada material, sin ese empleo que te hace creer poderoso y especial; si no hubiera perdido eso que yo creía que era la vida... no
habría llegado a ese punto.
Estoy caminando en mi fe, conociendo mi fe, y
viviendo mi fe. He vuelto a mi casa, con mi familia. Como nunca antes en 46
años, puedo decir que tengo paz, pero no la paz definida en los diccionarios. Otra. Soy reikista... Soy católico... Soy el hijo de
un Padre amoroso que está escribiendo, y yo aprendo a leer.
¿Qué pasará ahora? ¡No sé! ¡Qué hermoso no saber
que dirán las nuevas instrucciones! Soy peregrino y guerrero. Calma y Silencio
son las armas. Cada mañana es una aventura nueva. Cada día, un batalla de luz y
oscuridad. ¿Que si caigo? ¡Por supuesto! Soy un miserable experto en cometer errores, con el alma llena de pequeños roedores y monstruosos dragones. Todos peligrosos. Cada día es una guerra constante contra mi mismo. Pero sonrío porque estoy seguro de que tengo cerca un aliado poderoso.
Hoy, por ejemplo, amanecí en uno de esos silencios
envolventes de Dios. Silencios antipáticos. Uno quiere saber cosas, estar claro
de ciertas situaciones; y el Padre se queda callado. Noche cerrada, aunque
brille el sol. Sé que Él está ahí, pero no lo veo ni lo oigo. Sé que está ahí
porque he visto sus huellas en mí, y en otros; reconozco su letra. Pero hoy no quería
decirme nada. Tal vez me estaba hablando a gritos y mis demonios internos me
provocaron la sordera de siempre. ¿Qué me tocó hacer?: Calma, respiración
luminosa, y el susurro necio que Él mismo me enseñó: "háblame, Padre".
Y entonces encuentro tu pedido de auxilio en el
email: "ayúdame a lograr esa calma y ese silencio". Escribiéndote
encontré la voz de Papá. Así funciona esto. Puedes estar segura que es Él, y no
yo, quien escribe para ti y también para mí, porque escribiéndote lo poco
que sé de Él, lo aprendo y lo vivo.
Besos de luz
E.-
Amigo. Hace tanto que te conozco. Viví contigo tanto y tanto. Hoy vas de regreso a alguna parte. Quisiera saber. Gracias por tu vida, por lo vivido, por lo que vivirás. Bendiciones a tu familia. Ora por mí.
ResponderEliminarY.
Por supuesto que lo haré. ¡Sonríe! ¡No te preocupes tanto! No te quedes mirando ese suelo. Como tú misma dices, ¡Arriba ese c...! Papá está con los brazos de par en par, y te llama.
ResponderEliminarCalma y silencio.
Así es, muchas veces en la vida hay que tocar fondo, hacer lo que en verdad te da la gana, para luego reaccionar y recapacitar. Tú lo hiciste y me alegro que te reencontraste de nuevo contigo y con ese Dios que nunca abandona...geraldine
ResponderEliminarUna de oquedad, otra de otredad, no estamos aquí para nosotros solos, afectamos siempre, la vida de otros y teniendo fe haciendo el sincero esfuerzo de guardar su palabra como humanamente es posible, vamos haciendo camino hacia El y con El, gracias mil E. por estar, para quienes te vamos conociendo. Saludos mil.
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