Creo que ya dije que en la ciudad de Colón perdí la virginidad...: en lo social, lo
espiritual, lo intelectual, lo emocional y, sin entrar en detalles ridículos,
un poco en lo físico. Fue durante el verano del '80, mientras agonizaba sin
saber qué hacer en aquel rincón común donde algún día todos dejamos la
crisálida de la infancia, y nos ponemos a regañadientes los pantalones largos.
No sé si decir
que a los 13 años todos somos propensos a la euforia,. Es eso , o realmente aquella
fue una época de descubrimiento y de aventura. Lo cierto es que me marcó la psiquis la coincidencia
feliz de que las aguas bautismales de esa edad las haya recibido en los acres
callejones de la ciudad de Colón.
Recuerdo
especialmente dos episodios: uno, mi disfraz de diablo, que creía me daba
inmunidad contra la paliza de los otros más grandes (el error fue fatal porque
cuando se dieron cuenta de que no era oriundo, y no danzaba como ellos, me
azotaron inmisericordemente); y la otra, una morena total y fantástica quien me
enseñó una tarde frente al mar el significado de la palabra regional
"rocopeo".
En el paseo
Washington, frente al mar Caribe, había un largo prado que hacía de malecón
natural. Hoy hay parques, pistas de patinaje y cuanta obra municipal se les ha
ocurrido para mancarme el recuerdo; sin éxito por supuesto.
Tirado en esos
"jardines" estuve con la morena, ella hablando de su familia y del
ser colonense, yo mirando las sinuosidades de su cuerpo de potra boca arriba,
soberano, en ademán de estatua florentina, pero con ropa. Creo que ese momento
fue decisivo porque poco a poco ella me fue bajando el instinto loco de besarla
más, y más, y más, hasta obligarme a escuchar lo que decía...
Y decía que Colón
es una tierra con gente muy valiente, pero testaruda, que no por gusto salen de
aquí grandes boxeadores, brillantes abogados y empresarios, y políticos de cuño
duro, que lo del ritmo en la música y el sabor en la comida, es un símbolo de
su manera de ver la vida, que por eso se chupan hasta la última gota de ese
jugo precioso que es el tiempo, que no son vagos y agresivos, que todo eso es
un accidente de la historia.
Esa tarde frente al mar aprendí a querer
lo colonense y por eso me sobresalto cuando algo malo le ocurre a la provincia. Después que ella terminó de hablar con tanto fervor de su
pueblo y su cultura, fue que yo pregunté inocente ¿qué es el
"rocopeo"?, y ella me atrapó el rostro con sus hermosas manos
ebonitas, me recostó en la hierba, y me dijo: "yo te muestro".
Amigo:
ResponderEliminarDesde Colón un abrazo agradecido por estas palabras tan hermosas. Si no recuerdo mal, el apodo de esta chicha que mencionas en la nota empezaba con la letra "Ch". Te vi brillar ese verano. Hoy le doy gracias a Dios por permitirme ser testigo de esa aventura, para poder revivirla con ganas ahora que te leo.
¿Qué tal el rocopeo?
David
Tus hojas sueltas me devolvieron mis recuerdos de un verano especial de vacaciones ...no te pierdas. Sigue encantándonos.
ResponderEliminarColón, ¡Ay, Colón!
ResponderEliminarGracias Eduardo por estas bellas palabras.
A.
Hermano querido:
ResponderEliminarVibró cada fibra de mi ser al leer tus hojas sueltas... Porque fué conmigo donde pasaste ese verano que tanto recuerdas. Claramente viene a mí la intensidad con que viviste esas vacaciones, partiendo con tus amigos de FUNDAVICO para irte a explorar este mundo nuevo que se abrió a tus ojos.
Eras un jovencito ingenuo, un hijo de una madre que te sobreprotegía con su amor ilimitado. Yo quise que vivieras algo diferente, que abrieras tus alas. ¡Vaya si lo hiciste! Llegabas a casa cada anochecer feliz, agotado, emocionado y lleno de experiencias de las que me informabas medias.
Fué tan excitante para tí, que regresaste a la capital a regañadientes el domingo, un día antes de ingresar a clases.
Me siento feliz de haber sido el artífice de esta hermosa experiencia.
Tu hermana Gabriela
Tio, no tengo el don de palabra como lo tienen usted y mi madre. Pero quiero que sepa que los admiro y amo muchisimo a los dos.
ResponderEliminarEstas lineas me hicieron reir y botar un par de lágrimas...
definitivamente recordar es vivir, y leer estas líneas me da un cierto sentimiento de melancolía que aun no logro descifrar y me pone a pensar si verdaderamente le estoy prestando atención a cada una de esas emociones que vivo a diario, las cuales me harán vivir en un futuro a través de su recuerdo...
ResponderEliminarJael