Dedico estas frágiles palabras a Alex, Rogelio, Juan Antonio, Mercedes, Rilda, Rossy, Kathia, Tity, Jorge, Sadoc, Mireya, Manuel, Agustín y a todos esos hermanos de mil colores que la vida me regaló siendo niño. Gracias a ellos pude convertirme en persona.
El periodista fue lanzado a esta
orilla del camino porque una campesina rosadita y de ojos verdes se dejó besar
por aquel negro rotundo. Fue un amor marginal, de presidiarios, ratos
volcánicos de quien siempre está en fuga, y la fuga es su grillete;
aguijoneados por el martirio de fin de mundo que le atora el sentimiento a los
amantes.
Pero
fue amor... intenso amor.
Así
el bloguero aprendió que en la sangre la negritud cimarrona va a caballo sobre
el trigal maduro; que la herencia es de cadenas y tambores, pero también de
polleras y montuno; que canta África en los resquicios del pasado y del deseo,
y la España pimpante, toda ella guitarra y castañuelas, está oronda en las
claves de la vida. Danza de fuego y letanía de rosarios que se juntan en las
profundidades del café con leche.
¿Para
qué mirar la envoltura a los amigos o al transeúnte que nos parece extraño?
¿Qué es lo que importa en el otro? En mi agenda íntima llevo guardaditos a
negros como la noche (y por eso imaginativos, profundos, aves fénix, cantarines
o intensos como perfectos aguaceros tropicales), y los hay blancos cual espuma (fecundos,
anchos de corazón, emprendedores y creativos). Pero quienes más aparecen en las
páginas benditas de esta vida, tienen la piel marcada por el arcoíris
multicolor de tantas razas unidas en un mismo rezo.
En
un país como el nuestro, imprevisto y vital, ¿quién no tiene en el árbol
familiar el tinte cetrino de un indígena, o la energía indomable del cuscú, o
el misterio legendario de la China, amén del blanco arrogante que plantó para
siempre semilla en esta tierra sanguínea? Quien se declare puro, no sabe de la
plétora de fluidos que se encontraron en un cruce de caminos hace ya 500 años;
no entendió los amores subrepticios que escribieron la historia de esta América
de aceite, maíz, oro y sal.
Por
eso el inquilino de esta columna no entiende las barreras levantadas entre
hermanos. ¿Por qué el color de la piel abre o cierra puertas en una nación
donde todos tenemos algo de gitanos? ¿Por qué tanta alcurnia de papel, en un
país acrisolado y bendecido por la mano de un pintor que nos tiñó de mil
colores? Racistas los hay quienes se creen blancos, pero también aquellos que
se dicen negros: todos aseguran ser superiores en una tierra en donde, por
pequeña, los pobladores terminamos siendo primos.
A
ustedes mi abrazo.
Cariños a ti, poeta, porque siempre abres tus brazos. A veces sin que me lo merezca. Linda pieza.
ResponderEliminarA.
Buena. Felicito a tus padres por el acierto de vivir ese amor clandestino y darte a luz.
ResponderEliminarJavier Eduardo.
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ResponderEliminarME HUBIERA GUSTADO CONOCERTE DE NIÑO... ASÍ HUBIERA DETENIDO AL DRAGÓN A TIEMPO...JAJAJAJAJA. ES BROMA. SE LE QUIERE Y ADMIRA.
ResponderEliminarALFREDO
¡Jo! me encantó primo...geraldine
ResponderEliminarME ENCANTAN ESTAS PAERTURA DE AÑO..SOBRE TODO POR SU INSPIRACION MI HERMANO.
ResponderEliminarMe gustó mucho. Que tengas un 2010 muy creativo!
ResponderEliminarEstuvo fenomenal. Que la vida lo siga inspirando y los comentarios de otros, también.
ResponderEliminarJBL.
¿Por qué le das tanta importancia a tu origen mestizo y bastardo? Aparte de eso, que me molesta especialmente tal vez porque también estoy en esa situación y no me da la gana que sea una bandera, tu escrito es muy entretenido.
ResponderEliminarAlberto B.
Está muy bien y actual. En este momento redacto un trabajo sobre el tema y los medios de comunicación. Cuando esté listo, lo leerás,
ResponderEliminarSaludos,
Modesto A. Tuñón F.