sábado, 4 de julio de 2009

Sotanas

Así es: un cura viejo y en calzoncillos intentó propasarse conmigo cuando apenas era un chiquillo. No entendí muy bien el asunto hasta unos años después, cuando les narré el incidente a mis amigos de toda la vida, quienes han hecho de esta historia un chiste durante cinco lustros, y se burlan a carcajada suelta de mi exagerada ingenuidad, y me hicieron ver que era muy raro que un sacerdote confesara a la gente sin estola, tirado en una cama y, para todos los efectos, en pelotas.

Sin saberlo, estaba viviendo el estallido prematuro de uno de los más turbios zafarranchos en la iglesia católica romana, desde los Borgia o la Inquisición, que hoy se sabe ha provocado la deserción en masa de los seguidores en esa religión.


Yo era scout, y el tipo tenía una tienda de campaña que después de mucho rogarle aceptó darme como regalo. Era una hermosa pieza de un anaranjado cuya fosforescencia me hipnotizaba, con espacio suficiente para tres personas y que, al doblarla, quedaba reducida a un diminuto envoltorio que entraba sin problemas en la maleta de la escuela.


"Te la doy, pero tienes que confesarte primero", me advirtió, mientras me miraba desde un par de ojos fríos y verdes. "Te espero a las dos", dijo, y colocó su manaza de campesino en mi hombro de alfeñique.
Debo advertir que me sorprendí, pues a las 2:00 p.m. el hombre se ocultaba del mundo, y no admitía llamada ni interrupciones, pues era el momento de su sagrada siesta.

De todas formas ahí estaba yo, puntual y entusiasmado, soñando con acampar ese mismo fin de semana. Toqué a la puerta de su cuarto, y él abrió en chancletas, camiseta blanca y de la cintura para abajo nada más que los calzoncillos de pirata.
Entré a la habitación, bienoliente a agua de florida y lavanda, y me sorprendí porque había caballos tallados en mármol, cerámica, madera y yeso, sobre las mesas y el escusado, detrás de las puertas, en el techo, y pintados en cuadros que cubrían todas las paredes. Los había blancos, pardos, azabaches, bayos, y con largas y fibrosas patas que los pintores atraparon en sus obras para siempre, en una estampida febril y tumultuosa que podía oírse y olerse como si los animales se fueran a salir de sus telas.


Y sobre la cama estaba la tienda de campaña, reluciente y nuevecita.


El viejo me aferró por una oreja y me lanzó una susurrante catilinaria porque, decía, yo era muy rebelde y siempre tenía respuesta para todo, que tenía que aprender a humillarme ante la autoridad. "Te va a llevar el diablo", sentenciaba, mientras se acomodaba a mi lado, ¡en la cama!
Pasó uno de sus brazos sobre mi hombro para preguntarme cuándo fue la última vez que me había confesado. "La semana pasada", mentí.
Entonces acomodó mi cabeza a su regazo, con la delicadeza más propia de una recién parida que de un cura. "Tienes que cambiar, Eduardito", me decía, y mesaba mis cabellos, delirante. Estaba extasiado, hablándome de la niñez que se perdía y que había que rezar mucho para su salvación. Entre jadeo y jadeo, escuchaba que decía "Pórtate bien, no seas tan indómito", sin detener su febril caricia a mi nuca juvenil. Aterrado, sentí cómo se alteraban sus recovecos íntimos, debajo de los calzones pasados de moda. Yo todavía no padecía del todo los rigores de la adolescencia, pero sabía muy bien que semejante endurecimiento de "esa" parte del cuerpo, no tenía nada de santo.

Brinqué de la cama y le pregunté si podía irme, y si la carpa -que había aferrado en mi huida- traía estacas para fijarla al suelo. Yo estaba instintivamente inquieto pero, como ya dije, todavía no sabía en propiedad lo que estaba pasando. Él me miró sin responder lo de las estacas, y se despidió lívido y despeinado como, me imagino, también estaba yo.


Habían pasado los quince minutos más extraños de mi vida.

Esa misma tarde lo vi, yo era monaguillo y él oficiaba la misa, y juro que cuando levantó la copa llena de vino, mientras yo sonaba la campanilla sin dejar de mirarlo, en su rostro había una luz de piedad que, en ese entonces pensaba, sólo debían alcanzar quienes se comunicaban de tú a tú con Dios, lo que me produjo más confusión porque estaba seguro que este hombre de divino no tenía un pelo.

Hoy, que entiendo el juego perverso, agradezco que el asunto no pasó a mayores, y todo terminó siendo una broma de sobremesa con mis amigos más cercanos. Hubiese sido un desastre. Estoy seguro que al cura no le hubieran hecho nada (por ese entonces los obispos ocultaban todo, y en Panamá tal vez sea así todavía), pero es seguro que mi madre habría encontrado la forma de cobrar venganza pública, sin restar la posibilidad de averiarle los huesos de la cabeza de un escobazo, cuidado que en media misa.

11 comentarios:

  1. El autor de esta nota de veras que ahora sí se metió en un lío. Hay verdades que mejor es llevarlas a la tumba.

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  2. ESA carpa, en el salon de los caballos ja ja ja...

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  3. Lo escribes en primera persona, espero no te haya pasado a ti, sin embargo, bien sabemos que la iglesia (sacerdotes) ha tenido Borgias, suicidas, envenenados, bancos ambrossianos con problemas, pederastas,pedofilia y otros hechos humanos que nada tienen que ver con un comportamiento espiritual propio de quienes "dejan el mundo de los placeres humanos" para entregarse a Dios, sirviendo a la humanidad en la forma màs sana y bella. El escrito es audaz, difìcil, ya otros autores lo han abordado. Nuestro Rogelio Sinàn, en varios de sus cuentos y novelas alude a situaciones similares, incluida su Isla Màgica, si mal no recordamos. Felicidades por tu decisiòn de seguir en este mundo de las letras.

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  4. sigue escribiendo. andas en la bùsqueda de estilo, temas hay....Anònimo anterior que menciona a Sinàn es mìo.

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  5. HERMANO, TE FUE MEJOR QUE A MÍ. LOS SACERDOTES SON SERES HUMANOS, CON TODOS LOS VICIOS QUE PUEDEN TENER Y TODAS LAS VIRTUDES QUE PUEDEN DESARROLLAR TAMBIÉN. TEN PIEDAD Y REZA POR ÉL, TAL VEZ NECESITA CONVERSIÓN.
    ME GUSTAN TUS HISTORIAS Y TU MODO DE ESCRIBIR, QUISIERA LEER ALGO MÁS ANIMADO Y ALEGRE, ESTOY SEGURO QUE CONOCES HISTORIAS FELICES.

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  6. Un relato excelente en su prosa y contenido... Una vez más queda evidenciado que lo que podría perder un niño en una situación así no es la inocencia sino la confianza en los personajes "llenos de autoridad" y a quienes muchos admiran... al final por más niño y más inocente....dentro de él estaba la convicción de que lo que había sucedido no se acercaba siquiera a la santidad.....saludos

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  7. En esto ayuda el crecimiento y la madurez. Desafortunadamente cuando niño deseamos tener ejemplos y héroes que se diluyen a medida que que la edad nos trae sus enseñanzas. La iglesia como toda obra humana convive con los errores y pecados propios de la humanidad, es por eso que a veces no me convence el hecho que se autodenomine "divina", porque después de Cristo, los demás sólo fueron hombres.

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  8. Gracias a todos por sus comentarios. Sigo buscando, y poco a poco voy soltando la mano y... la memoria.
    Agradecido por contar con ustedes en esta aventura.
    A quienes no se dejan ver el rostro les digo que les pongo uno. Pronto escribiré sobre eso.

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  9. Saludos Hermano, hey impresionante, he leido esto y pareciera que fueran estos tiempos, me doy cuenta que las noticias de hoy en dia con respecto a este tema han sido de toda la vida, solo que antes eran tabues... y hoy en dia nadie se calla en nada... Lo felicito, siempre he leido tus notas y siempre las leo toda a pesar que no soy de esas personas, pero hay algo en las letras que llaman a la imaginacion... Sigue asi, llegara alguien que tenga poder que sabra darle el verdadero valor a estas letras

    saludos

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  10. Es autobiografico ¿No, Eduardo? Al menos asi lo siento. Y esa persona que dice te fue mejor que a el, y que reces... pues... me parece que ahi hay gato escondido, en otras palabras, le gusto.

    Dices que en Panama no hay denuncia, pues en Mexico la hay, pero tienen dos medidas, una para medir a los sacerdotes ahi, y otra muy dura, para USA. He vivido en los dos paises, y lo se. Seguramente has oido el caso Marcial Masiel. Llevo 30, 40 años, y apenas hace poco el Vaticano les ofrecio una disculpa a los sacerdotes, los que se ordenaron y los quedan vivos. Eran una docena de niños inocentes a quienes violo ese degenerado que el diablo lo arrope.

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