viernes, 31 de julio de 2009

Buscando hombre

Una amiga cercana echó al marido de la casa, y ahora está buscando reemplazo. Él llama por teléfono de cuando en vez y de vez en cuando, y le pide otra oportunidad, o lo que en el argot del amor se conoce como "la revancha".

Pero ella no quiere saber del asunto; según dice, ese capullo no vuelve a dar llamarada alguna, y si lo hace no importa, porque el fulgor momentáneo (ella sabe que será fugaz) no derretirá los hielos de su alma desilusionada. La verdad es que la esperanza se esfumó; el hombre aquel que le robó el corazón hace veintitantos años se convirtió de repente en un mal negocio, improductivo, restos de difunto, un lastre fatal para una mujer que esperaba que él fuera refugio en época de tempestades, y no fue otra cosa que una tonta farsa que le encontró el degolladero al amor. Por eso lo echó de su casa, después de haberlo confinado por años a un rincón lejos de su cama.

Como dije, ahora le hace falta un sustituto, y pidió que le recomendara algunos candidatos. En una conversación de sobremesa me dio al sesgo las señas de lo que ella mira como su hombre ideal: "que tenga plata". ¿Te intenresa que te quiera?, le pregunté. Ella hizo una pausa, se encogió de hombros, y soltó un sí ligero, metido en un falsete de su voz huidiza y grave.

Pero su cara triste me dice que esa mujer quiere más que un hombre con dinero. Le hace falta un hombro, una mano cariñosa, abrazos; alguien que comparta con ella los berrinches de su niño más chico, y las aventuras de su hijo adolescente que, como tal, siempre camina al filo de la navaja. Le está faltando una espalda que acariciar, y alguien que le dé masajes en la planta de los pies cuando llegue cansada del trabajo.

Sí, como mujer que lleva sola el peso de la casa, le estarán faltando cientos de dólares aquí y allá; pero cuánto más necesitada no estará de un hombre de quien sentirse orgullosa cuando vaya con él del brazo, y quien en las mañanas le dé un beso con aroma a café, al tiempo que le palpa con cariño el sur de sus emociones.

Y también sé que no es la única panameña que va necesitando un puerto seguro, porque el que tenía se hundió con la primera tormenta. Y es que somos miles los panameños que estamos siempre de salida, escapando, indispuestos: incapaces de sembrar esperanza y quedarnos para siempre en el huerto hasta que lleguen los tiempos de la cosecha. Por eso hay tantas amigas solas, buscando un reemplazo.

P.D. En un centro comercial me acerqué a un kiosco que tiene el sugestivo nombre de "Mundo Místico", y pregunté que me recomendaban para encontrar el amor. La chica que atendía abrió los ojos como lunas, y sabrá Dios que cara tenía yo porque con una sonrisa de oreja a oreja dijo: "Áyala, lo suyo se cura con piedra rosada de cuarzo, y un baño de manzana verde y canela". Insistí en preguntar por las garantías, y me dijo mientras ponía los ojos en blanco: "Yo misma lo usé, y la semana pasada conseguí marido". Sirva el dato.

3 comentarios:

  1. ante cualquier situación limite (para tratar de salir de ella) es mejor "hacerle la paja a un mono".

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  2. NO TENGO LA EXPERIENCIA DE COMPARTIR NI LOS GASTOS DE LA CASA NI TAMPOCO EL HASTIO DE VIVIR CON ALGUIEN QUE YA PERDIO VIGENCIA, PERO SI HE OIDO A MAS DE UNA AMIGA DECIR ; PREFIERO TOMARME UN ARROZ CON HUEVO QUE SEGUIR VIVIENDO AL LADO DE UN HOMBRA COMO ESTE.

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  3. Este tipo Eduardo Soto está perdiendo el tiempo con esta vaina. Que se meta a brujo o escriba en serio. Por lo menos me diviertes un poco en esta soledad. ¿Es verdad lo de las manzanas y la canela?

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